Vivendo un MBA… en compañía
Post de PEDRO GRIMA, estudiante IMBA La Salle, Promoción 2012-2014
Probablemente cuando empezamos el MBA, por allá el mes de septiembre…. caray como pasa el tiempo!, todos pensamos más o menos lo mismo: emprendo un viaje personal, de superación , en solitario, tengo claro dónde quiero llegar, pero ¿tengo realmente claro dónde me he metido?. Yo reconoceré que estaba ilusionado e inquieto a partes iguales. Ciertamente, ahora que pasamos el ecuador del viaje, tengo incluso más ilusiones y ningún temor, pero echando la vista atrás, no puedo más que sonreír al ver lo equivocado que estaba: ¿un viaje personal en solitario? Si, si, en solitario.
Nada más lejos de la realidad. En seguida te das cuenta que hacer un iMBA tiene poco de solitario. En pocas clases, tienes una reconfortante sensación de formar parte del grupo del iMBA. No lo sabría explicar, pero te sientes muy a gusto: no estás solo en esto, sino muy bien acompañado. Mucho antes incluso de formar los grupos, tus compañeros ya son parte de tu vida. Y es curioso! Incluso cuando sólo los ves el viernes por la tarde y el sábado por la mañana, es muy difícil de explicar, no les conoces bien, pero les quieres mucho!. Eso sí, una vez te metes de lleno en el trabajo del Business Plan, los casos, las clases, los exámenes, las clases de repaso,… alcanzas otro nivel, los compañeros pasan a ser tu segunda familia. Ojo! que no digo que todo sea color de rosa!, que como tu familia de verdad, no la eliges, te toca la que te toca…
Y hablando de familia… luego tienes la tuya, que también te acompaña en el iMBA y de qué manera! Sin su apoyo y su paciencia, creo que sería imposible!. Por cierto, mamá, si lees este blog, que estoy muy bien, que te quiero mucho y que te llamo en cuanto entregue el examen de finanzas corporativas.
En mi caso, para este viaje además tengo un compañero adicional, su nombre es Ator. No digo que me ayude, porque se fija mucho, pero dice poco. Lo que es seguro, es que cuando con los años piense este viaje, además de los compañeros y profesores, uno de los recuerdos que seguro tendré será su cabezón encima de mis apuntes cada noche y sus ronquidos, mientras yo lucho por no dormirme a las tantas de la mañana de un miércoles, porque tengo que acabar el caso para el viernes y no llego…
En resumen, un viaje muy enriquecedor, intenso y sobre todo muy, pero que muy acompañado.