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18 Marzo 2021 | Publicado por deborah.domenech

La privacidad de los usuarios, ¿a coste cero?

Hoy en día, el mundo digital se encuentra en un cambio constante incentivado por el crecimiento masivo de las redes sociales, que permiten a los usuarios interactuar tanto a nivel social como laboral. Las diferentes apps están en constante evolución, por lo que, en paralelo, deben ir adaptando sus políticas de privacidad. Como consecuencia, muchos usuarios ponen en duda el buen uso de sus datos cuando se encuentran con normativas bastante estrictas que ponen en juego el mantenimiento de su cuenta, lo que los lleva a valorar la permanencia en esas redes o migrar a otras. 

A principios de este año, WhatsApp anunciaba cambios en su política de privacidad a partir del 8 de febrero.  En cuanto los usuarios leyeron los nuevos términos y condiciones, que obligaban a la firma de un contrato para mantener la cuenta en la aplicación, cundió el caos.

Pero ¿qué especificaba este contrato para generar esta reacción? Compartir desde WhatsApp datos con Facebook para poder seguir disfrutando del servicio de mensajería gratuita. Dicho de otro modo: integrar WhatsApp a Facebook, aceptando publicidad y promoción de esta última red social.

Las consecuencias no tardaron en llegar: migraciones en masa a Telegram y a Signal, otras plataformas de mensajería. Telegram, que ya cuenta con 500 millones de usuarios, en 72 horas se hizo con 25 millones de consumidores nuevos. 

Marc Rivero, director del Máster en Ciberseguridad de La Salle Campus Barcelona, nos daba una explicación más detallada sobre la actitud de los usuarios ante estas cuestiones: “Siempre hemos sido muy incautos en cuanto al uso de las redes sociales o aplicaciones de mensajería con una falsa sensación de seguridad, creyendo que con la gratuidad de dicho servicio no damos nada en intercambio”.

¿Qué asusta a los usuarios? La intrusión y pérdida de privacidad. Al aceptar el contrato se abre la puerta a una gran cantidad de metadatos relacionados con información: número de teléfono, imágenes, chats, por poner algunos ejemplos. No olvidemos que la plataforma es propiedad de Facebook.

WhatsApp no ha tardado en responder a los dos millones de usuarios que se han dado de baja en estas últimas semanas y a la ebullición de comentarios recibidos. Sin ir más lejos, la actualización del nuevo contrato se ha pospuesto al 15 de mayo con la intención de “informar como es debido a los consumidores sobre esta nueva política”, ha declarado la empresa.

Las redes sociales, las aplicaciones de mensajería, todas juegan con nuestros datos, ya sea cargando la lista de contactos a la nube, o teniendo acceso a otros datos como fotos, enlaces etc. En los servicios gratuitos, el producto, eres tú”, añadía el director del Máster de La Salle - URL.

Otra de las controversias que se ha generado en el ámbito de las redes sociales este 2021 viene de la mano de ClubHouse, una red social de audio chat, de acceso, por el momento, exclusivo a través de invitación, y disponible hasta la fecha únicamente para el sistema operativo iOS. Esta plataforma crea salas de audio por temas, en vivo y en tiempo real, y permite la participación de los usuarios.

En cuanto a la privacidad, queda prohibido grabar el contenido de las salas. Si eres usuario, claro. Por su parte, la propia aplicación registra temporalmente todas las conversaciones para investigar posibles incidentes. Una vez realizada dicha comprobación, se procede a la eliminación de la grabación. Los usuarios están molestos ya que solo ClubHouse tiene la competencia para decidir si un audio se mantiene o no a largo plazo y tampoco pueden guardar una conversación en la que han participado. Además, la app puede usar el contenido de forma perpetua, aunque no indican el fin de este uso ni hacen referencia al almacenamiento de datos personales.

ClubHouse tampoco tardó en responder, declarando que se hacía cargo del análisis de toda la información que había salido a la luz y tratar así de mejorar estas cuestiones. Sin embargo, la aplicación ya ha sido descargada por más de 4 millones de personas.

Otro caso similar es el de Twitter Spaces, plataforma de audio de Twitter: las conversaciones se guardan durante 30 días, un mes para verificar que se cumplen las normativas establecidas. En caso contrario, el plazo aumentaría a 90 días. Twitter Spaces, con lanzamiento previsto para el próximo abril, lo indica en su política de privacidad, pero pocos usuarios se detienen a leer estas condiciones antes de acceder a la aplicación.

Un ejemplo de mala praxis de seguridad también lo vimos en el año 2019, con otro caso de vulnerabilidad cuando se lanzaba una aplicación que permitía manipular tanto imágenes como vídeos antes de llegar a su receptor.

Quizá ha llegado el momento de que nos replanteemos la lectura de la letra pequeña antes de aceptar, casi por inercia, cualquier política de privacidad, por muy obvia que nos parezca. En su mayoría, los usuarios empiezan la casa por el tejado, al usar una aplicación e ignorando por completo las cláusulas que han aceptado.

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