Diario de una fría aventura – Adiós Antártida

Y ahí estaba, de nuevo en un barco. De nuevo el en BIO Hespérides. Atrás quedan 6 semanas y media de convivencia en la base. Atrás quedan excursiones en moto de nieve o zodiac, fríos y vientos gélidos como nunca sentí. Atrás quedan días sin ducha porque el agua del manantial del que nos abastecíamos estaba congelada. Atrás quedan las risas, los buenos momentos compartidos con el resto de científicos y el maravilloso personal de la UTM que nos prestaba apoyo. Atrás lo pingüinos, las focas, el despertarse ante un glaciar cada mañana.

De nuevo hacia el paso del Drake, rezando de nuevo para pillarlo de buen humor y poder pasarlo sin un solo mareo. De nuevo en la cubierta, como hiciera al empezar esta aventura pero mirando el puerto de Punta Arena, me apoyo en la barandilla cerca de la proa del buque. El rostro, algo bastante más moreno que a la partida y barbudo por la pereza de afeitarse con agua fría de verdad, al viento. Disfrutando de la suave brisa. Me quito el gorro y las gafas de sol, cierro los ojos y aspiro una última bocanada de aire antártico.

La última que tomaré disfrutándola de verdad. El ancla ya ha sido izada hace unos minutos y ya todo el mundo está a bordo. Los motores rugen con fuerza y el barco empieza su viaje, saliendo de la bahía. El Sol brilla con fuerza y unos simpáticos pingüinos nadan próximos a nosotros. Saltan y avanzan a gran velocidad. Al fondo una ballena resopla con su potente chorro de agua desde su lomo y levanta una aleta.

En la playa, los técnicos de la UTM que estarán hasta el cierre de base saludan. Parece que después de todo la Antártida si ha venido a despedirse de nosotros.

Texto de Marc Travé. Marc es Ingeniero Técnico de Telecomunicaciones de La Salle Campus Barcelona donde actualmente estudia Ingeniería de Telecomunicaciones y es miembro del Grupo de Investigación en Electromagnetismo y Comunicaciones.