Valor añadido
Al hablar de accesibilidad, lo primero que nos puede venir a la mente son las adaptaciones arquitectónicas. Éstas lo que pretenden es hacer el día a día más fácil de las personas que requieran de estas optimizaciones, para llevar a cabo una vida autosuficiente. Hoy en día estas barreras físicas no son las únicas con las que conviven las personas que sufren algún tipo de discapacidad, ya que en un entorno digital también podemos encontrarlas, pues las personas con diversidad funcional, al igual que la mayoría de personas, han adoptado las nuevas tecnologías en su rutina diaria, ya sea por trabajo, por ocio o por necesidad.
Si volvemos a reflexionar sobre la accesibilidad aplicada a la tecnología, nos vendrán a la mente: subtítulos, audiodescripción y la ventana de lenguaje de signos que aparecen en algunos programas de televisión. Es posible que estas adaptaciones, en el caso de no padecer ninguna deficiencia, puedan pasar desapercibidas, ya que muchas veces esta adaptación se encuentra en el código fuente de un aplicativo que se esté usando, o en elementos que están a la vista pero no se reconocen como mejoras de accesibilidad, cómo puede ser el redactado de un texto, la tipografía utilizada o la elección de colores.
Estas soluciones y adaptaciones son “rampas” y “escaleras mecánicas invisibles”, que a pesar de ir dirigidas a facilitar el día a día de públicos muy concretos, no quiere decir que sólo estos puedan beneficiarse de ello debido a que estas adaptaciones son las que a la larga realmente nos hacen la vida más fácil a todos. Son el motivo que puede hacer que usemos una herramienta de forma recurrente, ya sea porque nos gusta o porque nos sentimos cómodos usándola. Este, al fin y al cabo, se convierte en el valor añadido de un producto.
MUX - Máster en User eXperience
Edición 2016-2017
La Salle Campus BCN – Universitat Ramon LLull