CORRIENDO UN MBA (Parte 1)

¿Empezamos ya?

Lo reconozco, siempre llego tarde a los sitios. Descarto que sea una cuestión ni genética ni cultural –mi padre lo detesta, y es el que llega a la iglesia el día antes de la boda-, pero debe ser que me distraigo y no me doy cuenta. Incluso me flagelo pensando que, a ojos de los demás, soy ese tipo de gente despreciable que siempre va con la hora justa, con cara de velocidad y que parece que está muy ocupada. Los días que me levanto positivo, me digo que “tengo una visón optimista del tiempo”, pero me horroriza constatar que ese eufemismo siempre me ha perjudicado. Si usted me conoce y ha tenido la oportunidad de tener que esperarme, humildemente me disculpo. No lo quería hacer.

Con el máster me ha pasado un poco lo mismo. Hace ocho años tuve el interés. Me informé en una sesión informativa de ESADE. No presenté la solicitud. Lo dejé para más adelante. Además cometí el error de hacerle la consulta a una persona con la que trabajaba, el señor Mr. Peanuts, que me dijo: “con la experiencia que estás cogiendo, no necesitas ningún máster”. Y yo, “tontolaba”, voy y le compro el violín. Él sí tenía un MBA.

Después, me casé y empecé a tener hijas. Esto no es una razón porque varios de mis compañeros han sido padres o lo van a ser con el máster empezado. Recuerde que soy un tardón, y si algo tenemos la gente de mi condición es que nos sumergimos en el mar de las excusas con facilidad innata.

Respondo al perfil de alumnos con años de experiencia en su profesión y que precisan de ampliar sus competencias, bien para progresar dentro de su organización, bien para cambiar de profesión. En su momento, yo hacía muchas cosas en mi trabajo, pero ninguna por primera vez. Ya no aprendía nada nuevo. O cambias, o te cambian.

Entiendo que las personas que como yo, dan el paso para formarse en habilidades directivas, quieren aprender y mejorar. A mucha gente le pasa que progresa hasta el nivel en que ya no puede subir más porque llegan al límite de lo que saben hacer. Un buen jefe de grupo, puede ser un pésimo director después de un ascenso. A mi me preocupaba no haber estado preparándome durante los últimos años para cualquier cambio. Y no basta con leer la prensa económica o ver siempre las noticias. Hay que hacer algo más. De mayor calado.

Por eso, en los meses que llevamos haciendo el International MBA de La Salle, me doy cuenta que vamos adquiriendo una visión más panorámica y más global de la sociedad en la que nos ha tocado vivir. Aprendemos a hacer las cosas de otra manera, y a utilizar las diferentes herramientas que vamos desarrollando para crear valor. Liderar, analizar y tomar decisiones son bastos conceptos con los que no se nace. Se tienen que entrenar.

Por todo ello, considero que si usted realmente se plantea en un futuro hacer un MBA, no lo dude y dé el paso. No llegue tarde.