Se busca ingeniero creativo
¿Te gustaría ser como Leonardo Da Vinci? Durante demasiado tiempo, la gente ha creído que hay que ser de ciencias o de letras, que uno es técnico o es creativo. ¿Por qué no ser las dos cosas a la vez? ¿Por qué nos hemos olvidado de Da Vinci, que sabía construir máquinas eficaces y pintar cuadros espectaculares? Un gran ingeniero es imaginativo y lo pasa en grande con su trabajo. ¿Por qué nos empeñamos en que la ingeniería es para mentes cuadriculadas? Francesc Escudero, Director de Ingeniería en La Salle Campus Barcelona, da en el clavo con este artículo publicado hoy en la sección de Opinión del diario barcelonés La Vanguardia:
El ingeniero del siglo XVI
Hace 40.000 años que aparecieron los humanos modernos, genéticamente idénticos a nosotros; hace 10.000 años que empezamos a cultivar la tierra; hace 3.000 que inventamos la escritura; 500 desde la aparición de la imprenta y 200 de la revolución industrial. Internet hacía acto de presencia en la vida cotidiana hace veinte años y hace un año y medio que el norte de África estallaba a golpe de Facebook. Dos meses atrás, decían que el gobierno de Obama había atacado cibernéticamente las centrales nucleares iraníes. Solo hay un factor común en esta progresión y es la manera en que las personas comparten información: más datos, a más personas, de más personas y más deprisa. Las injusticias ya no pasan desapercibidas, las ideas de propagan en cuestión de horas.
En medio de esta vorágine tenemos la suerte de vivir los ingenieros de las tecnologías de la Comunicación y la Información. En estos últimos años, incluso hemos cambiado nuestro centro de gravedad: el factor humano ya no es el elemento obstaculizador del sistema (como se veía el siglo pasado), sino el centro del sistema. Hoy hay que diseñar de otra manera, ágil y rápidamente. La riqueza del siglo XXI se generará con teclados.
Pero tenemos un lastre educacional que nos ralentiza: el mecanicismo newtoniano. Es muy propio del mundo anglosajón pensar que el universo es determinista que una ecuación guía el destino. Falso: la realidad es caótica, todos los sistemas necesitan corrección y supervisión continua, pero en todos nuestros libros de ingeniería lo ocultamos, avergonzados. En bachillerato hacemos calcular a los alumnos el tiempo que tardará un cuerpo en caer desde 10 metros... ¡Ay, pobrecillos! Estamos confundiendo una buena aproximación inicial con la verdad absoluta: ¿y si hace viento? Alguien me dijo: "gracias a las leyes de Newton llegamos a la Luna", pero la realidad es que llegamos a la Luna gracias a Newton y a cuarenta personas corrigiendo la trayectoria.
¿Los ingenieros siempre hemos sido así? Todo lo contrario. Inventar, imaginar, diseñar y considerar todas las contingencias, sin importar si es una aplicación para un dispositivo móvil o un aparato de electromedicina controlado remotamente, son más propios de un artista modernista, por citar algún genio anónimo. Siempre me ha sorprendido la cantidad de músicos y dibujantes de cómic que he tenido entre mis alumnos, pero no lo decían, como si eso no formara parte del estereotipo previsible.
En pleno siglo XXI, los ingenieros de telecomunicaciones, de electrónica, de audiovisuales, de internet; los informáticos, los multimedia... Todos hemos de cambiar de héroe. Es hora de despedir a Newton - eso sí, muy agradecidos por todo - y dar la bienvenida a Leonardo Da Vinci como referente, conocido por diseñar toda clase de máquinas mientras pintaba retratos.
Francesc Escudero es Director de Ingeniería en La Salle Campus Barcelona, profesor de Tecnologías en Equipos Periféricos y profesor de Electrónica de Potencia.