La Disputa: Voltaire vs Rousseau

¿Cuántas veces tenemos la oportunidad de ver y disfrutar en un escenario, al mismo tiempo, un duelo interpretativo de máximo nivel, una batalla dialéctica de alta tensión, un combate de ideas y visiones del mundo tan antiguo y eterno como plenamente actual?
Un duelo entre personajes que representan dos maneras radicalmente opuestas, pero íntimamente ligadas, de estar en el mundo.
Artículo redactado por Enric Hidalgo - Alumno del Máster Universitario en Filosofía y Debates Contemporáneos sobre las Artes y la Tecnología.
Pensamiento y arte en escena
Esto es lo que un grupo de 20 personas, entre alumnos y profesores del Máster en Filosofía y Debates Contemporáneos con las Artes y la Tecnología, tuvimos el placer de contemplar el pasado 10 de enero en el teatro Romea, y más tarde comentar en un restaurante cercano, con la obra “La disputa. Voltaire - Rousseau”. Al excelente trabajo actoral de dos gigantes del teatro como Josep Maria Flotats y Pep Planes, se suma la calidad literaria y filosófica del texto de Jean François Prevand, disponible tanto en catalán como en castellano.
Experiencias como esta destacan la importancia de retomar y profundizar en una idea: la vida universitaria no se agota en la vida académica. Esta es la plataforma para salir al mundo, explorar posibilidades de vida intelectual más allá de las aulas, interactuar con el mundo social y cultural, y establecer lazos fuertes en tiempos de pensamiento débil, entre quienes compartimos un camino de formación.
Reflexionando sobre Voltaire y Rousseau hoy
Al finalizar la función, tuvimos la oportunidad de conversar con el actor que interpreta a Rousseau, Pep Planas. La charla derivó en si hoy el mundo se inclina más hacia Rousseau o hacia Voltaire. Hubo consenso entre espectadores y actor en que la cultura actual se inclina más hacia Rousseau.
El mérito de la obra radica en su presentación poco dogmática de los pensadores como arquetipos de dos corrientes intelectuales que atraviesan toda la modernidad y que explican, a menudo, sus contradicciones, las grandes disputas filosóficas de los últimos dos siglos y, quizás, la crisis actual de los grandes principios de la Ilustración.
Precisamente, porque muestran tanto sus luces como sus sombras, tanto como personas como pensadores. Una muestra de que esta tensión llega hasta nuestros días es el prólogo que Xavier Diez hace del libro “Incompetències bàsiques”, donde señala que gran parte del problema educativo actual en Cataluña y en otros lugares proviene de haber apostado pedagógicamente por los postulados roussonianos.
La vigencia del pensamiento ilustrado
Mientras tanto, lo que representa Voltaire —la racionalidad, la tolerancia, el culto a las artes, el escepticismo y el espíritu crítico— cotizan a la baja. El valor del texto reside en hacernos posicionar en la disputa y mostrarnos que esta polaridad eterna es intrínseca al ser humano y a la cultura. Matar esta tensión necesaria es matar al propio hombre y a la propia cultura.
Toda la historia del pensamiento es el movimiento, a menudo pendular, entre los dos principios. Incluso la aspiración razonable a un cierto equilibrio entre ambos tiene algo de irrealizable si ha de ser estable. Sea como sea, obras como esta ayudan a no abandonar la lucha.

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