Blog del grupo de investigación IAR. Fomentando la innovación a través del diseño arquitectónico con la aportación de las tecnologías de la construcción. 

19 Mayo 2011 | Publicado por Editorial Team IAR

Les Rotes: una pequeña casa de veraneo

A principios de la década de los años 60, el arquitecto madrileño Francisco Javier Sáenz de Oiza, llega a Mallorca de la mano del empresario Juan Huarte, para realizar el proyecto de la Ciudad Blanca en la Bahía de Alcudia, al noreste de la Isla.

Tras algunos periodos de estancia en el pueblo de Pollença con toda su familia durante el transcurso de dichas obras, en 1965, comprará su primera casa en Mallorca. Se trata de una casa de campo “señorial” o “ possessió” que adquiere de los descendientes del noble pollensín Guillem Cifre de Colonya, que como así indica su nombre, se encuentra en la Vall de Colonya, muy cerca del núcleo de Pollença, un valle protegido por la Sierra de Tramuntana al norte y que al estar en medio del bosque pero en un pequeño promontorio dentro del mismo, le permitirá disfrutar de vistas a lo lejos y del preciado Cabo Formentor.

El proyecto de la Cuidad Blanca no se completa, sólo se construyen algunos de los bloques previstos inicialmente. Pero como ocurre con otros “arquitectos veraneantes” en las Isla como M. Fisac en Costa de los Pinos, o Jorn Utzon en Porto Petro, la atracción que ésta ejerce hace que se convierta en el lugar de descanso o de trabajo a otro ritmo durante el verano y sean fieles a su cita anual estival.

Años más tarde, F.J. Sáenz de Oiza en 1985 comprará una segunda casa en Mallorca situada cerca que su casa de Colonya. Conocida como Les Rotes, se trata de un pequeño cobijo de apenas 25m2 por planta, que se corresponde con el tipo de arquitectura popular conocido como andalusí de dos plantas. Como su nombre indica, es la casa del que fuera “el roter”, el payés que a cambio de dar una parte de la cosecha, arrendaba las tierras más malas, con más piedras o de más difícil acceso de las fincas. La vivienda era mínima, construida por él mismo, con los materiales que tenía mano: piedras, tierra y troncos de los árboles para dinteles y vigas.

La “distribución” no existe, no existe el diseño, existen unas necesidades de implantación que ofrecen confort en invierno y en verano, la orientación sur-sureste de la fachada principal, unos muros de piedra con suficiente resistencia e inercia, unos huecos pequeños y dispuestos lógicamente y una cubierta de teja a un agua. Una vivienda cuya misión es dar cobijo a la familia mientras durase el contrato. Por ese motivo no hay ostentación ni ganas de aparentar, se trata de un refugio para el hombre ante las adversidades del medio.

 

La reforma-ampliación que realiza el arquitecto de esta pequeña casa difiere de la casa anterior. Existen planos con los árboles y muros exteriores existentes dibujados cuidadosamente. La casa se destinará a acoger a los invitados de la familia durante el verano sobre todo. Por ese motivo el interior se adecuará a las exigencias mínimas para el uso e higiene (cocina, baños etc.).

En la parte sureste se eliminará un almacén existente en planta baja para colocar un comedor más amplio separado de la sala de estar y en planta primera una habitación con acceso a la terraza-mirador. Toda la ampliación es de piedra de marés, una arenisco-calcárea típica y propia de las islas que se extrae de formatos rectangulares de aprox. 40x80x40cm del que se obtienen las diferentes piezas múltiples.

El uso de este material autóctono o vernáculo, propio de la arquitectura tradicional, de no-arquitecto, denota un respecto y sensibilidad por el lugar y por el trabajo hecho alrededor de 1900 por el “roter” en su momento. Claramente se puede diferenciar lo que ha hecho uno y otro, uno con sus propias manos y el otro a partir de sus dibujos.

La ampliación más importante que realiza F. J. Sáenz de Oiza en la casa, a sus casi setenta años consiste en la construcción de una gran terraza donde se ubica un aljibe semienterrado para no tener que hacer una excavación excesiva, con 9 pilares cuadrados de marés de 40x40x20cm y una cubierta de tejas siguiendo las alturas, pendientes y proporciones de la casa existente.

De esta manera el aljibe aumenta su rendimiento puesto que esta doblemente cubierto y protegido del sol. Por detrás alarga el muro de piedra existente dejándole unas aberturas para protegerse de los vientos del norte y al mismo tiempo permitir el aire fresco en las calurosas noches de verano.

El nuevo volumen es sensiblemente mayor al inicial pero al tratarse de un espacio abierto, colocado encima de un podio o plataforma de piedra que lo separa un par de escalones del terreno natural, le otorga una ligereza extrema y una sensación de espacio de acogida y protección del entorno salvaje, con sólo un par de escalones.

Una casa sostenible

En estos momentos en los que conceptos como sostenibilidad, ahorro energético etc. están en boca de todos, ver cómo grandes arquitectos como F. J. Sáenz de Oiza  son capaces de cumplir con muchos de los requisitos, algunos inteligibles, escuchando y respetando el lugar, aprovechando el oficio adquirido con los años y el buen hacer en la profesión, sin las necesidad de comprobaciones matemáticas ni cálculos ni alardes de instalaciones para poder construir una pequeña casa de veraneo “sostenible” y respetuosa con el medio natural en el que se encuentra.

Autor: Catalina PascualInvestigadora en formación

Bibliografía

-Reculls 3. Textos d’Arquitectura i Urbanisme. Editorial. Col.legi d’Arquitectes de Balears, 1996

-La Casa Popular Mallorquina. Carlos  García Delgado Segués. Editorial LA FORADADA, 1998.

-“Francisco Javier Sáenz de Oiza”. Rosario Alberdi/ Javier Sáenz Guerra. Ediciones Pronaos, noviembre 1996.

-“F.J. Sáenz de Oiza. Mallorca 1960-2000 proyectos y obras”. Federico Climent Guimerá.

Editor Govern Balear

Conselleria d’Obres Públiques, Habitatge i Transports.

Direcció General d’Arquitectura i Habitatge 2001.

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