El Hospital Vall d’Hebron y la tecnología al servicio de la salud en tiempos de COVID-19
El pasado martes 19 de mayo, la subdirectora de Tecnología del Hospital Universitari Vall d’Hebron, Raquel Cánovas, compartió su testimonio en un nuevo ‘Digital Coffee’, centrado en la Tecnología al servicio de la Salud. Un testimonio que abordó la transformación y la estrategia llevadas a cabo en el centro sanitario durante el COVID–19.
Cánovas, orgullosa de su profesión, abrió la entrevista con una frase que dejaba clara la pasión con la que desempeña su trabajo: “Este mundo es muy bonito, estás cuidando de personas y, al final, curando a personas. Así hacemos que todos tengamos una vida mejor”, contestaba emocionada. Raquel Cánovas, que se encarga de los equipos médicos del hospital, lleva 20 años en el centro y es una apasionada de la tecnología médica.
Una de las primeras preguntas lanzadas por Luís Font, coordinador del Executive MBA de La Salle–URL, se centró en los retos que ha supuesto la pandemia: “Hemos trabajado sin parar”. El hospital cuenta con doce técnicos, “un bien muy escaso que no podía enfermar”, añadía Cánovas. Un hospital, el más grande de Cataluña y uno de los más grandes de España, que está compuesto por 22 edificios, 9 000 camas, 50 quirófanos y 20 000 equipos médicos. Es conocido también como La ciudad sanitaria, ya que aborda todas las especialidades médicas y quirúrgicas.
Los retos ante la crisis sanitaria
Sin embargo, con la llegada del COVID–19, apareció el primer reto: “Nuestro hospital ha pasado de ser multipatología a monopatología, solo tratábamos COVID-19”. Una adaptación, explicaba Cánovas, que parte de la “conceptualización arquitectónica de cambios”. La transformación la sufrió todo el hospital: “Abrimos un gimnasio, adaptamos una sala de docencia y una sala de procesos tirada abajo”. Y todo a contrarreloj: “Era miércoles y el domingo ya no teníamos sobras. Teníamos que construir la siguiente semana si queríamos seguir ampliando”. Una adaptación a nivel global: el personal tratando con equipos nuevos para los que no estaban formados y trabajando con carros de anestesia “que no son ideales para ventilar a un paciente de una unidad de críticos”, puntualizaba Cánovas; se han utilizado equipos de ventilación no invasiva como equipos de ventilación invasiva: “Nos hemos buscado la vida con lo que teníamos a mano, en definitiva”. Por ello, Raquel Cánovas aprobaba con matrícula de honor a todo el equipo del hospital.
El mayor hándicap del COVID–19 para el personal del sector sanitario ha sido, comentaba Cánovas, la incertidumbre: “No sabíamos nada y esto te traumatizaba. Es una enfermedad nueva y una semana entraban 20 pacientes por la puerta directos a la UCI”. Gracias a los recursos de todos los hospitales y a los respiraderos que poco a poco recibían, “pudimos parar el primer golpe”, sonreía la subdirectora. Y cada reto bajo una nube de completo caos: “Las aduanas no dejaban pasar los equipos y tampoco sabemos por qué, costaba mucho que nos llegaran las cosas”. Por si fuera poco, a todo esto se le sumaba una de las particularidades de los pacientes con COVID–19: “Se les ventila con poco volumen y bastante frecuencia. Si no sabes gestionar el tipo de maquinaria para trabajar de este modo, o la máquina no te lo permite, la respuesta del paciente, frágil de pulmón, no será la adecuada”. Eran necesarios respiraderos críticos de reserva pero de los buenos. Y estos, no llegaban: “Había un mercado negro mundial de respiraderos, respiraderos comprados y pagados que no llegaban porque se los llevaba el mejor postor”. Cánovas, sin miramientos, lo dejaba claro: “Las emergencias destapan lo mejor y lo peor de todo el mundo, de todos los negocios y de todos los gobiernos”.
Aun así, muchos espectadores se preguntaron durante la entrevista si los espacios eran los adecuados para tratar la pandemia: “Se ha hecho todo muy rápido. Hemos creado instalaciones diferentes a las de obra nueva, no eran bonitas pero sí perfectamente seguras”. Lo mismo ocurrió con el personal: “Hemos tirado de enfermeras recién licenciadas, intensivistas de pediatría, médicos y enfermeras jubilados”. Y todo “sin bajar la calidad ya que se han atendido más pacientes por médico”, contestaba Cánovas con orgullo.
Con casi todo el territorio en Fase 1 y el resto a sus puertas, corren muchos rumores sobre un posible rebrote. Otra de las preguntas lanzadas por los asistentes giraba en torno a la mejor inversión en un futuro próximo: “Fabricación local, stock local y capacidad flexible de producción local”. Se habla mucho, también, de la Industria Medical Device, a lo que Raquel Cánovas respondió con una opinión personal: “Que los financieros dejen de pensar en el stock cero y en el just in time”. Las empresas tenían almacenes en todas las delegaciones o en casi todos los países. A causa de esta centralización en Asia y Europa, trabajar con según qué piezas o equipos muy particulares resulta complicado ya que los recambios tardan en llegar: “Hemos notado muchísimo el stock cero porque no había nada. Acabamos dependiendo de China ya que todo el material europeo se fabrica en ese país”, ergo: “Si China se para, paramos todos”. Cánovas prosiguió optimista y aseguró con confianza: “Hemos aprendido mucho. Tenemos la tecnología y el personal preparados por si viene una segunda oleada”. Y todo, también, gracias a la inversión que el Hospital Vall d’Hebron ha recibido: “Nos han llegado casi seis millones de euros solo en equipos médicos, y unos ocho millones en personal. Se ha gastado mucho y ha ido bien, estamos mejor dotados que antes”. Aun así, es necesaria mucha inversión en maquinaria: “Esto se sabe en España desde hace tiempo”, sentenció Cánovas.
El porvenir
La crisis económica fue otra de las grandes preocupaciones de los asistentes y preguntaron a la subdirectora de Tecnología del Hospital Universitari Vall d’Hebron cómo le haría frente: “Adaptarse y reinventarse, o morir. El preventivo es tenerlo todo listo por si acaso”.
Raquel Cánovas no dudó en remarcar el apoyo moral y la colaboración recibidos por el resto de compañeros del sector: “Lo hemos dado todo. En los hospitales curan los médicos, las medicinas y las máquinas. Somos técnicos de soporte a los asistenciales, ayudamos a las estrellas”, concluía la subdirectora.