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18 Marzo 2014 | Publicado por Innova Institute

¿Superará Austin, Texas a Silicon Valley, California?

A algunos les puede parecer que voy a hablar de futbol americano. No es tanto así, pero siéntanse en sus sillones y permítanme que les cuente este partido. Recientemente, algunos gurús del emprendimiento empiezan a dudar de que Silicon Valley pueda mantener su posición destacada para la atracción de Start Ups tecnológicas. La razón, arguyen, es que no están cuidando su ecosistema de Start Ups. Una de las regiones americanas que está en todas las quinielas para superar a Silicon Valley es la de Austin, la capital del estado de Texas.

Peter Cohan es el padre y promotor de esta idea del ecosistema de Start Ups. Su principal argumento se basa en proponer que el ecosistema de Start Ups debe existir y debe estar equilibrado.

La actividad empresarial y económica que se puede generar a través de Start Ups se ha propuesto como una de las opciones de generación de riqueza que mejor se adapta a las características de los entornos competitivos actuales. Una Start Up se ha definido como una iniciativa empresarial de riesgo elevado y gran potencial de crecimiento, basada en opciones tecnológicas o de negocio de riesgo incierto. Lo que caracteriza a una Start Up frente a otras iniciativas emprendedoras es que, en genral, las Start Up buscan su financiación a través de inversoras especializadas en este tipo de iniciativas empresariales.

Pero, ¿para qué necesitamos un ecosistema? Sencillamente, ¿no es suficiente con disponer de empresarios e inversionistas? ¿Qué hace falta para que el ecosistema se desarrolle?

Peter Cohan propone seis elementos para desarrollar un ecosistema de Start Ups. El primero es la existencia de compañías que actúen de eje alrededor del cual se sustente el ecosistema. Compañías como Apple, Google y Oracle son pilares en Silicon Valley y AMD, eBay o Dell lo son en Austin.

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El segundo de los pilares que Cohan propone son las Universidades. Stanford, Berkeley o Santa Clara son ejemplos palpables en Silicon valley y la Universidad de Texas, St Edwards y Austin Community College lo son en la capital tejana.

El capital humano es el tercer elemento que puede permitir desarrollar un ecosistema de Start Ups. La combinación de los dos pilares anteriores, Compañías-eje y Universidades, dan los ingredientes principales para conseguir este tercer elemento. De todas maneras, la capacidad de atraer talento de otras regiones del mundo debe complementar el talento generado en la propia región. Desde esta perspectiva, ambas regiones no tienen diferencias muy substanciales, excepto que Texas no tiene impuestos sobre la renta a nivel del estado. Esta situación pone a Silicon Valley en inferioridad de condiciones frente a Austin para atraer talento.

El elemento siguiente que debe existir en un ecosistema de Start Ups son los inversionistas para financiar nuevas Start Ups. Sea en forma de Business Angels o en forma de Venture Capitalists, en un ecosistema deben existir varias de ellas y estar cerca de los empresarios. Desde esta perspectiva, un buen ecosistema de Start Ups atraerá una amplia variedad de formatos de inversión que se puedan necesitar.

Cohan acaba su descripción de los elementos que conforman el ecosistema añadiendo dos elementos adicionales, por un lado, la capacidad de disponer de mentores y, por otro, la existencia de unos valores determinados.

En definitiva, parece que Austin puede superar a Silicon Valley porqué ha sabido mantener mejor el equilibrio de su ecosistema en lo que se refiere a la capacidad de atraer talento. Habrá que ver si Silicon Valley reequilibra su ecosistema o si otros aspectos del ecosistema compensan las deficiencias de la atracción de talento.

Esta reflexión entre Silicon Valley y Austin, Texas no tendría más importancia si solo fuera interesante desde la perspectiva del espectador, más o menos morboso, que desde el sillón de su propio país espera ver cómo se traduce la evolución entre los dos contendientes, como si de un match futbolístico se tratara. Evidentemente, no es así, lo podemos afirmar desde varias perspectivas.

Por un lado, desde la vertiente Universitaria se ha discutido, en reflexiones anteriores, sobre la capacidad de la Universidad de poder contribuir de manera efectiva al ecosistema al que pertenece. Esta capacidad se puede traducir en resultados de investigación o en programas formativos que permitan adquirir competencias profesionales para desarrollar los elementos del ecosistema (ver curso “Evaluación y Valorización Proyectos de Innovación” en La Salle Barcelona).

Por otro lado, nuestro país ha estado promocionando de manera intensa la aparición de Start Ups y es relevante analizar si hemos sabido desarrollar todos los elementos de nuestro ecosistema de Start Ups ¿tenemos un ecosistema catalán de Start Ups? Les invito a discutirlo en los próximos capítulos de esta reflexión.

 

Francesc Miralles

Director ETSEEI & Innova Institute

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