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14 Mayo 2020 | Publicado por cristofor.fernandez

Emma Barthe reflexiona sobre la importancia del neuroliderazgo

Los momentos de crisis se presentan como circunstancias ideales para replantear hábitos y mejorar rutinas. En este sentido, el sexto encuentro de la iniciativa ‘Digital Coffees’ —a través de la cual La Salle-URL está analizando la sociedad en el contexto de la pandemia desde distintos puntos de vista— contó con Emma Barthe, profesora de Neuroliderzago en el Postgrado en Pensamiento y Creatividad y experta en psicodiagnóstico aplicado a la transformación. Y junto a ella, aunque del otro lado de la pantalla, el coordinador del Executive MBA de La Salle, Lluís Font, ejerció nuevamente de moderador de un encuentro que sumó el perfil de Linkedin de La Salle-URL como tercera plataforma de difusión en directo de los webinars, añadiéndose a Zoom y a nuestro canal de YouTube.

Lluís Font presentaba brevemente a la invitada como “especialista en neuroliderzago y psicóloga, con una trayectoria espectacular”. Emma Barthe complementó la presentación: “Soy una psicóloga que ama su trabajo, que ama la psique y que está muy interesada en saber quién es cada persona más allá de su profesión”. Además de docente de La Salle-URL, Barthe dirige actualmente el programa de neuroliderazgo y psicodiagnóstico de Arise Culture & People del Grupo Nexe de The Way of Change. Entre los muchos objetivos de su trabajo, contaba que uno los sintetiza todos: “Identificar qué es lo que interfiere en la expresión de la potencialidad real de cada uno de nosotros”. Con este argumento como hilo conductor se desarrolló parte del encuentro, en el que muchos de los asistentes quisieron preguntar a la invitada sobre inquietudes de todo tipo.

El psicodiagnóstico como herramienta

“Para poder identificar qué interfiere en cada persona para poder alcanzar su potencial es esencial el psicodiagnóstico”, aseguraba Emma Barthe. En este sentido, la invitada habló de la importancia de invertir en capital humano, animando a las empresas a ir más allá de las cifras. Y así, apuntar hacia la revolución: “Las crisis son momentos de tomar decisiones para que se produzcan cambios, para pasar a otro estadio, para cambiar de escenario. Es ahí cuando se produce la verdadera revolución”. Pero para ello es importante el conocimiento, observar a cada uno de los empleados como persona y rascar sobre la superficie para encontrar las interferencias que impiden alcanzar el potencial máximo.

“Es básico saber qué impide a una persona estar conectada con su excelencia”, explicaba Emma Barthe, y añadía: “La actuación es el potencial propio menos las interferencias”. Por lo tanto, la ecuación parece clara: una vez identificadas las interferencias, se puede trabajar mejor para alcanzar el potencial. “Si no averiguo lo que interfiere, la actuación que tenga no será suficiente por mucho potencial que tenga”, resumía Barthe. Por eso, aboga por un cambio de paradigma en las empresas, apostando por el capital humano, y dejando un poco de lado “la inversión en el resultado y en el proceso”. Conociendo esas interferencias será posible dar herramientas. ¿Para qué? “Para despertar las potencialidades inherentes”, explicaba Barthe.

Esto es extrapolable a cualquier aspecto. Como a la educación, por ejemplo. “Muchos niños brillantes suspenden porque no se adaptan al sistema académico vigente, caen en conductas de autoinmolación”, decía Emma Barthe. Y aquí, con Lluís Font, analizó lo errático de algunas metodologías que, según comentó, “nos apartan del ser”. Para poder trabajar en la buena dirección, habló de los tres principios universales que deberían regir todos las acciones y actuaciones: verdad, bondad y belleza.

Un cerebro sin manual de instrucciones

“Todo pasa desde el cerebro, y ahora parece que lo ‘neuro’ está de moda”, explicaba Emma Barthe. Y hacía notar una particularidad del cerebro: “Tenemos instrucciones para todo, pero no para el cerebro, que es el ser”. En este punto quiso establecer una diferencia entre el ser, la esencia propia, y la personalidad o el personaje, que es la construcción que elaboran de ellas mismas las personas. “El ser es lo que existe de manera innata en cada uno de nosotros, la personalidad la vamos construyendo a lo largo de la historia, es una máscara que nos vamos colocando”, resumía Barthe. Y esta dualidad puede conducir a un problema: “Nos alejamos de nuestra esencia, del ser auténtico, por perseguir un ideal”. Porque la personalidad, según contó, es una manera de alejarse del ser. “Nos mantiene en el hacer y el cerebro vive en una contradicción entre la personalidad y la esencia”, continuaba.

Fruto de estas contradicciones aparecen los problemas, las fricciones. “A veces la ansiedad la produce la forma errónea de pensar. Tenemos que trabajar esa cognición, desde dónde se están tomando las decisiones. La interpretación de la realidad puede llevar a la ansiedad. Hay que cambiar la interpretación”, aseguraba Emma Barthe. Y habló de los tres cerebros que empujan en direcciones opuestas, que motivan reacciones y decisiones: el cerebro instintivo (reptiliano), el cerebro emocional (el mamífero) y el cerebro intelectual (el humano). “Siguiendo la metáfora, el humano, el cerebro intelectual, cree que lo controla todo pero no controla nada”, le comentaba Lluís Font. Y sobre esto, Emma Barthe quiso diferenciar entre intuición —que nace de lo nuevo, de lo desconocido— e instinto.

Las claves del neuroliderazgo

Conseguir liderar los tres tipos de cerebros, según Barthe, es una de las claves del neuroliderazgo: “El buen neurolíder integra esas tres partes para construir un mundo mejor, o una empresa mejor”. En este sentido, aseguró que “el líder consciente es el que consigue que los empleados se sientan realizados, que saquen lo mejor de ellos mismos más allá de los resultados y el producto”. Preguntada por una de las asistentes al encuentro sobre consejos para aplicar el neuroliderazgo, Barthe le recomendó uno: la observación. “Observar a los otros y a uno mismo, ver qué tipos de diálogos se establecen, observar de manera consciente, ser testigo de uno mismo, observar con amor”, explicaba. Así, aseguró, luego es más sencillo “trabajar y aplicar técnicas”.

Barthe y Font también hablaron, entre muchos otros temas, sobre meditación, sobre empatía, sobre inteligencia universal, sobre filosofía, sobre el corazón y sobre las limitaciones de las palabras. “A veces es difícil explicar las cosas, la lingüística se queda corta”, decía Emma Barthe. El uso de los términos correctos, o de los más adecuados, es una necesidad. Pero también, a veces, una maniobra de distracción: “Los conceptos nos despistan”.

Durante la charla Barthe prometió que recomendaría posteriormente algunos libros, que son los siguientes:

  • El cerebro del rey, de Nolasc Acarin.
  • En cambio, de Estanislao Bacharach.
  • Más allá del cerebro, de David Lorimer.

 

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